Empezar por el principio

“Qué es la Historia sino una fábula en la que todos creemos…”

Esta frase, que con tan poco dice tanto, es de Napoleón Bonaparte.

La Historia al estado puro, sin el aporte de los prejuicios, de la ideología y de los intereses personales de quien la escribe, sería un mero relato de hechos y sucesos debidamente documentados y comprobados. Sin embargo, la historia que tenemos al alcance, es un relato en el cual cada “historiador” interpreta aquella sucesión de hechos según su propia ideología, sus prejuicios, preferencias, creencias... y compromisos

“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.”

(Ortega y Gasset. Meditaciones del Quijote, 1914)

Todas las acciones humanas, desde las más sencillas y rutinarias hasta las más trascendentes, se enmarcan dentro de los límites que impone el contexto interactuando con circunstancias que pueden, para bien o para mal, cambiar el rumbo propuesto.

Cuantas veces nos hemos preguntado, ante un suceso determinado, que hubiera pasado si en vez de esto hubiésemos hecho aquello… o si un accidente se pudo haber evitado tan sólo con que uno de los implicados hubiera demorado diez segundos en partir con su auto. Siempre ocurren pequeños toques de “casualidades” que cuando no producen efectos importantes pasan desapercibidos, pero que en determinadas circunstancias pudieron cambiar la historia personal de todos los días, o los grandes hechos que cambiaron el destino de la humanidad.

Pues bien, imaginar esos pequeños acontecimientos, los que no están registrados pero que de haber ocurrido pudieran explicar algunas decisiones consideradas hitos históricos es el trabajo del escritor del género ficción histórica. Crear situaciones que den continuidad y “rellenen” los espacios vacíos que unen y vinculan hechos registrados por la Historia, que expliquen decisiones de sus actores a veces geniales y otras desastrosas, no solo es un ejercicio especulativo, es dar forma a La Otra Historia. La que intenta explicar aquello que Napoleón Bonaparte llamó fábula… y así nace JUGUETES DE DIOS.